La mezquina hiel de la derrota
se deshace entre las manos,
deja atrás el calor de aquellos días de verano,
en que los triunfos daban luces alardeando.
Un presente avejentado
que agoniza entre esperanzas
de un futuro que arrasado,
deja escombros y añoranzas.
El aliento que se agota,
la felicidad ya no palpita,
la razón se desmorona,
y mi alma se marchita.
Poco duró la sonrisa,
fue efímera,
escurridiza,
se esfumó ante mis ojos,
se desmoronó ante mis versos,
y ahora forma parte de los pálidos recuerdos.